Mes de enero, plena temporada de trufa negra. Enterrada bajo tierra, normalmente se busca con la ayuda de perros entrenados para ello. Pero, en Ocenilla, un pequeño pueblo de Soria, vive una cerdita muy particular que, a través de su olfato, también las encuentra todas. Se llama Bulla, y es la única con licencia en España para buscar este preciado hongo.
Tiene seis años de vida, los mismos de experiencia como rastreadora de trufas. Husmea el suelo que hay bajo las encinas, el árbol imprescindible para que salga este hongo. Y, aunque su manjar favorito son las bellotas, utiliza el hocico no solo para comerlas, si no también para oler y hallar las trufas.